Un amanecer frío,en este otoño que nos a regalado muchos días cálidos.
Estamos a 12 de diciembre
y ya hace frío de verdad,del que te deja el cuerpo encogido y te hace desear volver a casa a refugiarte,a arrimarte al calor de la chimenea con un chocolate caliente y un cigarrillo.
Empieza el tiempo de recogimiento...Se me va a hacer eterno el tiempo hasta que vuelva el calor.
Un par de horas a mediodía el sol será capaz de calentar el ambiente, para poder salir sin llevar siete capas encima para no morir congelada.La niebla reticente, se niega a abandonar el espacio ocupado,solo se retira un rato ,cuando el sol, perseverante,logra apartarla.
Después de muchos días atareada y sin un minuto de soledad intento escribir nuevos recuerdos que llegan a mi mente,sin embargo los quehaceres cotidianos me reclaman continuamente,lo que me ratifica en mi decisión de madrugar.
En esta ocasión,la anécdota que os cuento ocurrió en Trasona hacia 1967.El cambio de vida ya era evidente,las cosas ya nunca volverían a ser como habían sido.Para los que eran nacidos en el pueblo un gran cambio,para los que venían de fuera...su vida daba un vuelco total.Casi todos sabemos lo que significa ser emigrante,bien por experiencia propia o por la de alguien cercano a nosotros.
En esta anécdota los emigrantes eran gitanos.Vamos con ella.
<<En aquel camino que hicieron para una vía de tren y que nunca llego a serlo,había un manantial,lo que aprovecharon una familia de gitanos para montar su campamento.
Nosotros utilizábamos aquel camino para llegar antes a la iglesia,a la tienda de Fructuoso,a la carnicería de Conchita...
"La vía" era menos peligrosa que la carretera, plagada de camiones cargados de mineral de hierro o de carbón para la fabricóna.Estos derramaban parte de su carga por el camino,apenas había arcén y estaba siempre tapado por lo que rebosaba de los camiones,lo que hacia peligrar la vida de los viandantes,así que nos mandaban a hacer los recados por "la vía".Tal vez el hecho de que una joven recién casada con un vecino nuestro,perdiera la vida al resbalar y ser aplastada por uno de los camiones decidiera a mi madre,no se...
Como os decía, los gitanos acamparon al lado del manantial y eran como los de las películas de "cine de barrio",con carromatos,cestos que ellos mismos hacían para vender,ropa tendida en los vardiáles,foguera para cocinar y calentarse,chiquillos semidesnudos,hombres con bastón y mujeres con faldas de flores y unas cestas enormeeess que usaban cuando iban por las casas pidiendo y vendiendo los cestos de mimbre.
El caso es que aquel día,mi hermano y yo nos encontramos con la caravana de sopetón,lista para quedarse durante un tiempo.
En cuanto los vimos,con el corazón a mil por hora nos escondimos detrás de unas zarzas,no nos atrevíamos a pasar.En realidad, sabíamos poco de los gitanos y lo que habíamos escuchado era más malo que bueno.
Durante largo rato hablamos sobre que hacer.Pero decidimos que pasar era la única alternativa,no podíamos volver y no sabíamos otro camino, así que cogidos de la mano pasamos, y durante todo el tiempo miramos el campamento,sin perder de vista a aquella gente tan extraña.
Los gitanos también nos miraron,pero no abrieron la boca,seguro que estaban tan asombrados como nosotros.No esperarían, por aquel camino que casi nadie usaba, ver a dos niños pequeños pasar por allí aterrorizados,pero dignos y valientes...
La vuelta a casa la hicimos por la carretera,no queríamos tentar a la suerte,ya teníamos la ración de miedo suficiente para un día.
Teníamos que contárselo a mamá,que nunca más nos volviera mandar por allí,porque aunque gritáramos nadie nos oiría,que aquel camino era horrible.Teníamos la sensación de habernos salvado de un enorme peligro por un milagro.
¡¡¡Llegamos a casa y estaban las gitanas en la puerta,hablando con mi madre,tomando café!!!
En varias ocasiones volvieron las mujeres(algunas veces con sus hijos) a mi casa y mientras ellas charlaban y tomaban café,nosotros escuchábamos vivencias de sus vidas nómadas y jugábamos con los niños.>>
En casa,cuando alguien venia a pedir,tenía un plato de comida caliente,un café y un rato de charla.En cierta ocasión un hombre llegó a la hora de la cena,empapado,mi padre le preparó un rincón con hierba seca y se quedó a cenar y dormir.
Era el manantial un pequeño pozo en el suelo, siempre cubierto por un manto de hojitas verdes que retirábamos para poder coger el agua.
Utilizamos "la vía" durante años y los gitanos también.Aunque no siempre eran los mismos,ya no temíamos pasar.Algunas veces(cuando no había gitanos)nos quedábamos jugando en el manantial y volvíamos a casa mojados, sucios,cansados y convencidos de que nos esperaba una bronca,pero nos lo pasábamos en grande.
Qué guapo, Flor, me ha encantado!!!!
ResponderEliminar¡¡gracias!!sabes que me encanta que estés por aquí.Un fuerte abrazo
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